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“Agricultura i emissions”, article publicat a La Vanguardia, de la companya Verònica Kuchinow

“Agricultura i emissions”, article publicat a La Vanguardia, de la companya Verònica Kuchinow

“La Vanguardia”, secció “Dinero” publica l’article Agricultura i emissions, de la companya Verònica Kuchinow, presidenta de la Comissió Transició Energètica i Xoc Climàtic del Col·legi Oficial Enginyers Agrònoms de Catalunya.

Article

Ha costat, però ara ja està en boca de tots que l’emissió de gasos d’efecte hivernacle és responsable del canvi climàtic. No és tan conegut, però, l’espectacular paper que té l’agricultura en la seva generació i solució.

L’agricultura, la silvicultura i l’ús de la terra contribueixen un 18,6% al total d’emissions d’efecte hivernacle. A Catalunya aquesta contribució sembla que només és de l’11%, tot i així es tracta de sectors d’activitat un gran impacte al canvi climàtic. Per tant, posar-se a treballar per disminuir aquests impactes té tot el sentit. Però a aquestes altures no es tracta només de reduir els efectes.

Minimitzar implica millores, sí, però l’única cosa que en realitat fem és allargar en el temps l’arribada de la fi inevitable. …

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Sala de Premsa

EL PAPEL DE LA AGRICULTURA EN UNA CATALUNYA NEUTRA EN EMISIONES DE CO2.

Verónica Kuchinow, presidenta de la Comisión de transición energética y choque climático del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Cataluña

Ha costado, pero ahora ya está en boca de todos que la emisión de gases de efecto invernadero es responsable del cambio climático en el que nos encontramos inmersos. No es tan conocido, sin embargo, el espectacular papel que tiene la agricultura en todo esto.

A nivel global, las emisiones de efecto invernadero por sectores indican que la agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra contribuyen en un 18,6% al total de emisiones. A nivel de Catalunya esa contribución parece que tan solo es del 11% pero, aun así, se trata de sectores de actividad de un gran impacto en el cambio climático. Así que ponerse a trabajar en cómo se pueden disminuir esos impactos tiene sentido.  Y de hecho es lo que se está haciendo ahora: minimizar.

Pero a estas alturas de la historia, no se trata “solo” de reducir los efectos… Minimizar implica mejoras, sí, pero lo único que en realidad hacemos es alargar en el tiempo la llegada del “fin” inevitable.   Hoy contamos con conocimientos, tecnologías y motivación suficientes para no solo reducir la emisión de estos gases nocivos, sino también para producir un impacto positivo, es decir, conseguir una economía que sea regenerativa por diseño, como promueven los preceptos de la economía circular; y en ello tiene especial importancia la agricultura.

Al igual que todo el mundo acepta que ya no existe el concepto “eco-diseño” porque todo diseño tiene que ser eco, la “agricultura regenerativa” ha de ser la única agricultura que apliquemos, por una cuestión de supervivencia.  Y es que un buen uso del suelo no sólo nos da alimento y salud, sino que es el mejor absorbedor y acumulador de CO2 del planeta.

El 45% de las emisiones de CO2 se concentra en la atmósfera y es el causante del calentamiento global del planeta; de ese 45%, el 30% es absorbido por bosques, suelos o áreas forestales, y el 25% es reabsorbido por los océanos. Es decir, océanos y tierra son las grandes infraestructuras del planeta para absorber CO2 ¡Hay que aprovecharlos!

Las prácticas de agricultura regenerativa son, pues, un potente agente de mitigación del cambio climático. Y de despoblamiento rural si se saben aprovechar beneficios colaterales de desarrollo económico que pueden conllevar. Las personas que explotan la tierra deberían ser las más ricas de la tierra porque gestionan el capital natural indispensable para nuestra vida siempre y cuando hagan que los suelos estén sanos, produzcan mejores alimentos, depuren el agua y, en definitiva, absorban gran cantidad de CO2. Pero a pesar del papel fundamental de la figura del agricultor en esta tarea, su compensación es nula.

La mejor forma de compensación sería la que ocurre dentro del sistema agro-urbano al que pertenecen, donde la sinergia entre “entidad donadora de CO2 (la ciudad)” y la “entidad tomadora (las explotaciones agrícolas)” crea beneficios para todos.

Encontrar modelos económicos que hagan rentables las explotaciones de agricultura regenerativa, compensando y empoderando su labor mediante esquemas de pagos por resultados (en este caso, de absorción de CO2) es la base de la iniciativa europea de Cultivo del Carbono (Carbon Farming Iniciative).

El cultivo de carbono puede contribuir significativamente a los esfuerzos de la UE en su lucha contra el cambio climático, aportando beneficios colaterales importantes como el incremento de la biodiversidad, la preservación de los ecosistemas naturales y el equilibrio de la riqueza, porque aporta nuevas oportunidades de ingresos para los agricultores. En 2030 deberemos haber reducido hasta el 55% la emisión de CO2 y en 2050 tendremos que ser neutros, es decir, compensar todo el gas que emitimos. Y para ello la agricultura es esencial: aquellos sectores que no puedan cumplirlo por su propia actividad deberán compensar sus emisiones a través de otras actividades consideradas sumideros de CO2, como las prácticas de agricultura sostenible.

Deben desarrollarse iniciativas piloto a nivel local o regional con el fin de acumular experiencia para mejorar el cultivo de carbono. Esto permitirá mejorar los aspectos del diseño, en particular la certificación de la eliminación de carbono, y ampliar el conocimiento y la comprensión de las partes interesadas sobre los posibles beneficios para ellos. Hay que ayudar a los actores privados y a las autoridades públicas a poner en marcha un número cada vez mayor de iniciativas de cultivo de carbono.

La Comisión Europea incluirá la agricultura de carbono como un nuevo modelo de negocio verde con el objetivo de crear nuevas fuentes de ingresos para los actores de la bioeconomía, en función de los beneficios climáticos que brindan. Además, dentro del Plan de Acción de Economía Circular, la Comisión desarrollará un marco regulatorio para certificar dichas acciones a través de una contabilidad de carbono sólida y transparente para monitorear y verificar la autenticidad de las acciones realizadas.

Los modelos de negocio que se plantean son de cuatro tipos: 1. Dentro de la cadena de valor, haciendo que sean las grandes marcas las que retribuyan a sus agricultores por el hecho de estar actuando como absorbedores de CO2; 2. Fuera de la cadena de valor, mediante contratos y convenios entre empresas emisoras de CO2 y agricultores; se trataría de contratos privados en los que se compensarían mutuamente en lugar de pagar al mercado internacional por la emisión de gases de efecto invernadero; 3. A nivel de granja, dando valor añadido a los productos certificados promocionados; y 4. Que incluiría a las instituciones gubernamentales, porque sería la sociedad la que retribuiría a las explotaciones agropecuarias por su contribución a evitar el cambio climático, de la misma manera que se paga a una central de hormigón que utiliza residuos como combustible para sus hornos.

Ya hay algunos ejemplos, como Bayer que está convirtiendo el secuestro de carbono en una nueva fuente de ingresos para sus agricultores al compensar a aquellos que adopten medidas que lo potencien. O Pepsico, que cuenta con una gran estrategia para apoyar la agricultura regenerativa y empoderar a las comunidades de agricultores. O la estrategia gubernamental francesa Label Bas Carbon, que está ensayando cómo retribuir a través de incentivos fiscales y económicos directos.

Sea cual sea la estrategia y el modelo de negocio a aplicar, lo que está claro es que hay que probar para aprender. Existe la necesidad de un mayor desarrollo de los métodos de monitoreo de la agricultura de carbono, una mayor experiencia práctica y mejores evaluaciones del potencial de la agricultura regenerativa para aumentar el conocimiento y reducir las barreras para su adopción aprovechando la oportunidad para luchar también contra el despoblamiento rural.

Catalunya dispone de amplia experiencia en agricultura regenerativa y una recién estrenada Estrategia de Bioeconomía que es bandera en muchas regiones. Empecemos, pues, a explorar cómo recompensar a nuestro tejido productivo primario por contribuir en la lucha contra el cambio climático. ¡No volvamos a dejar de lado a la agricultura!

 

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